Música

lunes, 20 de octubre de 2008

El Valle del Silencio

"Te veré a la luz de las velas, extendiendo los brazos hacia mí, llevándome hacia una luz que no había conocido antes..."

(Nora Roberts, "El Valle del Silencio")

miércoles, 8 de octubre de 2008

Un suspiro

¿Qué es un suspiro?
-Ale Olvera-

Es una lagrima que jamas cayó,
es un momento en la memoria,
una confesión jamás hecha,
una pregunta que jamas te atreviste a hacer.

Un suspiro es ese vacío que no puedes llenar,
un recuerdo que no puedes borrar,
una ilusión que se niega a morir.

Un suspiro es todo lo que callaste,
un pasado atrapado en ti,
que no encontró otra forma de salir.

jueves, 2 de octubre de 2008

Decisiones

Las espinas de los arbustos se aferran a mi pantalón con fuerza desgarrando la tela y provocándome profundos cortes de donde mana la sangre que, yo sé, será el rastro perfecto para el cazador. Corro con toda la velocidad que mis piernas me permiten a pesar de saber que mi resistencia no soportará por demasiado tiempo la carrera. Los árboles se aparecen en mi camino obligándome a hacer uso de mi agilidad para esquivar las raices y no perder el equlibrio y caer quedando a merced de mi perseguidor. El ruido de las ramas al romperse me da la señal que necesito. La adrenalina se dispara por mi venas aumentando mi velocidad y haciéndome olvidar el dolor punzante que insiste en mi costado y el ardor que me provocan las heridas de mis piernas. Sigo corriendo.

Supongo que está bien. Me refiero a eso de dar la vida por otros. Jamás había contemplado el sacrificio como una opción, podía arriesgar mi seguridad por la gente que quiero, pero no dar mi vida a cambio de otra, no me parecía algo del todo bueno. Pero ahora, con la muerte cubriendo mis pasos, no me parece tan malo, incluso siento que es una forma noble de morir... a cambio de la mujer que amo.

Todo comenzó el día que decidí tomar el camino corto, que jamás usaba, al dirigirme a casa desde la universidad. Era el camino que cruzaba el bosque en el cual ahora mi vida se ve reducida al juego del gato y el ratón. Hace tiempo que no me gustan los bosques y sigo sin saber que extraña fuerza me impulsó a tomar aquel camino que me daba escalofríos, talvez la necesidad de superar por fin aquel miedo o solo el destino que había decidido tomarla en mi contra, pero lo importante es que en el pequeño claro, parecido al lugar donde solía jugar con mis primos antes del incidente que me dejó aquel trauma de por vida, fue la primera vez que la vi...

Su cabello castaño rojizo era corto como el de un chico y rebelde, cada punta apuntando en una dirección distinta. Sus facciones finas y su figura tan delicada me hacían pensar inmediatamente en hadas y duendes. Estaba sentada en medio del claro donde un rayo de sol iluminaba su silueta y la hacía ver como una aparición... una muy atractiva aparición. A pesar de que sabía que no era muy prudente, me quedé mirándola con la boca ligeramente abierta, embelesado. ¿Que puedo decir? Despues de todo soy hombre.

Ella no parecía darse cuenta de mi descaro, se veía bastante ensimismada en un libro del que no alcanzaba a ver gran cosa salvo la portada de pasta dura y que obviamente no era nueva. Como saliendo de su ensoñación, la joven alzó su rostro y nuestras miradas se encontraron. Fue en ese momento que mi destino quedó escrito en piedra, pero aún si lo hubiera sabido creo que habría continuado ya fuera por curiosidad o porque valdría la pena terminar con mi vida solo por permanecer a su lado.

Nos vimos más veces, por lo que no creo haberle causado tan mala impresión tomando en cuenta mi cara de deslumbrado. En esos momentos el bosque ya no me parecía tan desagradable con su imagen de reina de las hadas como fondo. Nos hicimos amigos muy rápido, talvez demasiado tomando en cuenta que éramos dos completos desconocidos, era la primera vez en mi vida que me sentía tan completo. Quizá de no haber estado tan ensimismado en nosotros me habría dado cuenta antes, ya que, cuando un hombre como yo comienza a jugar al "atrápame si puedes" con una chica, es que esta enamorado

Pasaron las semanas, luego los meses, y éramos inseparables. Cada tarde nos veíamos en el mismo claro y hablábamos, ya a estas alturas no recuerdo exáctamente de que, talvez no me importaba con tal de seguir observando sus labios danzar al ritmo de su dulce voz. Podría haber pasado mi vida entera solo escuchándola. Hubiera querido preguntarle tantas cosas más, pero el tiempo parece estar siempre en contra y ahora es una sola duda la que carcome mi mente mientras continúo la carrera por mi vida... ¿Por qué nunca le pregunté sobre él? Aquel que es ahora mi perseguidor... su padre.

Me decía que vivía con su madre, pero nunca tuve el valor suficiente para preguntarle por su padre directamente. Creía que talvez había muerto y aquello era lo que causaba que sus brillantes ojos del color del chocolate se oscurecieran con la sola mención de algún otro miembro de su familia. Debí haberlo supuesto... debí haber sido mejor amigo para ella... No. Simplemente debí haber confiado más en nuestra amistad... debí haberle demostrado lo que significaba para mí.

Aquel hombre había dejado una marca profunda en su familia, más dolorosa y más notoria que la única cicatriz que deformaba la nívea piel de ella, pero yo fui demasiado ciego. Él tomaba. No era uno de aquellos juerguistas de fin de semana que sale con sus amigos a algún bar conocido a pasar un rato a recordar los buenos tiempos y hablar del porvenir. Él era un cerdo. Un canalla disfrazado con un impecable traje de Hugo Boss que bebía whisky fino y golpeaba y abusaba de su familia cuando lo creía conveniente. Era abogado, y uno bueno debo decir, lo reconocí atraves de la bruma que serpenteaba bajo el cielo nosturno, pero no porque hubiera leído una noticia en la que aclamaba sus victorias en la corte, yo lo recordaba de otra forma. Recordaba a un hombre ebrio de odio y alcohol, embutido en un traje que había perdido su elegancia y con una pistola en la mano. En las cercanías nos llegaba el sonido de varias sirenas policíacas.

Hacía ya 10 años del incidente y aún puedo ver el rostro desencajado del hombre apuntándonos con el arma y jalando del gatillo. Disparó tres veces, cada disparo dirigido a uno de nosotros. Ninguno de los tres resultamos heridos, tan ebrio estaba que no podía apuntar a unos niños apostados a un par de metros de él inmóviles por el terror. La policía arrivó y él obtuvo su sentencia por violencia intrafamiliar, maltrato e intento de asesinato... pero no debió ser suficiente ya que ahora, después de sólo 10 años, ha conseguido librarla con una fianza de algunos miles y está tras de mí intentando regresar a prisión de por vida por asesinato en primer grado.

No me importa, solo sé que ella está a salvo. Es una chica lista, ya debí haberle dado el tiempo suficiente para llamar a la policía después de que su padre arrivara a su casa y tratara de retomar la vida que había dejado atrás. Y yo también estaba ahí, y lo enfrenté, y sé que reconoció en mí a aquel niño que no pudo matar en el bosque, y lo provoqué para sacarlo de ahí, para perseguirme y alejarlo de ella.

No me arrepiento de haberla conocido, no me arrepiento de haber continuado, no me arrepiento de mi decisión. Lo único que pesa en mi corazón es no haberle dicho lo importante que era... que es ella para mí. Mis piernas fallan, comienzo a trastabillar y mi cuerpo cae irremediablemente al suelo. Escucho las sirenas, los gritos de la policía que ha encontrado los rastros de mi sangre, pero no llegarán a tiempo, no esta vez.

¿Es mi destino? ¿Es el resultado de mis decisiones? Sea lo que sea lo aceptaré porque, después de todo, fueron mis decisiones.
-----
Una pequeña historia que escribí para literatura moderna y que me dieran puntos extras, jejeje n.n