Música

domingo, 7 de febrero de 2010

Extrañez

No suelo postear entradas sobre mi vida fuera del mundo de la literatura, la música y demás temática que suelo mostrar en este blog que me sirve más como una recopilación de obras ya sea mías o ajenas, pero esta vez, dado que no suelo llevar un diario de vida donde anotar mis pensamientos y sentimientos porque soy una vaga a la que el mover una pluma o lápiz le resulta un fastidio y prácticamente he olvidado lo que es escribir un texto completo mano, es inevitable.

Ayer me sentí extraña. Más de lo normal ya que siempre he considerado que mi cerebro está en una frecuencia diferente a la del resto del mundo; las únicas personas con la que siento que sintonizo más o menos bien son mi familia, los familiares de mi papá y algunos amigos muy cercanos. En fin, ayer me levanté bastante tarde, a las doce del día, y aún así tardé un rato en acomodarme en mi realidad y salir del mundo fantasioso del sueño que tuve por lo que permanecí en el estado mental de "se te fue la cabra al monte" y ni siquiera fingí sorprenderme por un mueble para computadora más o menos nuevo en mitad de la sala de estar. No ocurrió gran cosa, permanecí en mi casa y creo que apenas y salí a la tienda de la esquina, pase un rato en la computadora, creo que vimos una película que ya no recuerdo, encontré un maratón de una serie de vampiros en Warnel Channel que me fascinó y me pasé hasta media noche viendo Naruto con mi hermanito, pero una sensación que no supe cómo describir me siguió a lo largo del día y aún hoy siento vestigios de aquella sensación. Una especie de malestar o de no encajar ya no digamos en la sociedad sino en el planeta (O.o). Si, es extraño, pero hasta donde he podido discernir, mi vida desde que abandoné la niñez se reduce a una serie de rarezas.

Tal vez sea que aún me aferro a la comodidad de las vacaciones, que mi futuro se me antoja algo turbulento y difícil (pero no imposible de superar) y eso me causa una desagradable sensación de nerviosismo en el estómago, o que mi presente vida como intento de estudiante universitaria me resulta patética en el ámbito social. Lo admito, siento que entré tarde a la adolescencia y que la terminé demasiado pronto (y apenas tengo 18, casi 19), que se me da mejor tener conocidos que amigos (una prueba contundente es que, después de un semestre entero en la licenciatura, sigo sin considerar a absolutamente ninguno de mis compañeros como un amigo y creo que viceversa), soy casi la única adolescente mayor de edad que conosco que no le interesa o no le gusta irse de antro (odio los lugares oscuros, concurridos y ruidosos), beber hasta decir basta (ni siquiera soporto el sabor del alcohol a menos que esté rebajado con alguna sustancia sumamente dulce), salir de noche (soy paranoica), tener novio (mucho compromiso y soy voluble la mayor parte del tiempo), etcétera, etcétera... Quizá sea el conocimiento de todas esas cosas y algunas más lo que hizo que este fin de semana me sienta tan extraña y un poco desplazada de mi grupo.

Me muero por ver a mis amigos, es la única conclusión a la que puedo llegar (u.u).