Música

lunes, 29 de marzo de 2010

Inspiración

"Hay muchas cosas que inspiran, pero muy pocas que nos animan a hacer realidad lo inspirado..."

domingo, 7 de febrero de 2010

Extrañez

No suelo postear entradas sobre mi vida fuera del mundo de la literatura, la música y demás temática que suelo mostrar en este blog que me sirve más como una recopilación de obras ya sea mías o ajenas, pero esta vez, dado que no suelo llevar un diario de vida donde anotar mis pensamientos y sentimientos porque soy una vaga a la que el mover una pluma o lápiz le resulta un fastidio y prácticamente he olvidado lo que es escribir un texto completo mano, es inevitable.

Ayer me sentí extraña. Más de lo normal ya que siempre he considerado que mi cerebro está en una frecuencia diferente a la del resto del mundo; las únicas personas con la que siento que sintonizo más o menos bien son mi familia, los familiares de mi papá y algunos amigos muy cercanos. En fin, ayer me levanté bastante tarde, a las doce del día, y aún así tardé un rato en acomodarme en mi realidad y salir del mundo fantasioso del sueño que tuve por lo que permanecí en el estado mental de "se te fue la cabra al monte" y ni siquiera fingí sorprenderme por un mueble para computadora más o menos nuevo en mitad de la sala de estar. No ocurrió gran cosa, permanecí en mi casa y creo que apenas y salí a la tienda de la esquina, pase un rato en la computadora, creo que vimos una película que ya no recuerdo, encontré un maratón de una serie de vampiros en Warnel Channel que me fascinó y me pasé hasta media noche viendo Naruto con mi hermanito, pero una sensación que no supe cómo describir me siguió a lo largo del día y aún hoy siento vestigios de aquella sensación. Una especie de malestar o de no encajar ya no digamos en la sociedad sino en el planeta (O.o). Si, es extraño, pero hasta donde he podido discernir, mi vida desde que abandoné la niñez se reduce a una serie de rarezas.

Tal vez sea que aún me aferro a la comodidad de las vacaciones, que mi futuro se me antoja algo turbulento y difícil (pero no imposible de superar) y eso me causa una desagradable sensación de nerviosismo en el estómago, o que mi presente vida como intento de estudiante universitaria me resulta patética en el ámbito social. Lo admito, siento que entré tarde a la adolescencia y que la terminé demasiado pronto (y apenas tengo 18, casi 19), que se me da mejor tener conocidos que amigos (una prueba contundente es que, después de un semestre entero en la licenciatura, sigo sin considerar a absolutamente ninguno de mis compañeros como un amigo y creo que viceversa), soy casi la única adolescente mayor de edad que conosco que no le interesa o no le gusta irse de antro (odio los lugares oscuros, concurridos y ruidosos), beber hasta decir basta (ni siquiera soporto el sabor del alcohol a menos que esté rebajado con alguna sustancia sumamente dulce), salir de noche (soy paranoica), tener novio (mucho compromiso y soy voluble la mayor parte del tiempo), etcétera, etcétera... Quizá sea el conocimiento de todas esas cosas y algunas más lo que hizo que este fin de semana me sienta tan extraña y un poco desplazada de mi grupo.

Me muero por ver a mis amigos, es la única conclusión a la que puedo llegar (u.u).

jueves, 28 de enero de 2010

La Última Cita

Amo este poema X3

La Última Cita
-Juan de Dios Pesa-

Recuerda la vez aquella:
mi labio encendido al tuyo.
La noche apacible y bella,
en cada nube una estrella,
y en cada flor un cocuyo.

Llena de rubor, de miedo,
junto a mí te veía,
y hablabas quedo, tan quedo,
que sólo yo saber puedo
lo que tu alma me decía.

Quiero olvidar, pero en vano,
ese instante soberano
de nuestra antigua pasión;
libro que dejó tu mano
escrito en mi corazón.

¡Una flor y un sol de estío!
Al calor del desvarío
abriste tu alma esa noche
para guardar en su broche
todo el sentimiento mío.

¿Cómo olvidar que, rendida
al más amargo quebranto,
trémula, triste, afligida,
con la faz descolorida,
llenos los ojos de llanto,
como el que al dolor resiste,
como el que oculta un pesar,
alzaste el rostro, me viste,
y escuché un adiós tan triste,
que no lo puedo olvidar!

Era la revelación de una triste decepción,
de una ausencia que sería
la sombra que apagaría
los sueños del corazón.
¡Ah! ¡Separarnos los dos,
cuando uno del otro en pos,
hallaba ventura y calma!...
¡Qué triste sonó en el alma!
aquella palabra: ¡Adiós!

¡Ver aislada una existencia
que se había en otra fundido;
arrebatarle su esencia;
darle una sombra la ausencia;
darle un sepulcro el olvido!

Era cual libro ignorado
nuestro sino desgraciado.
Amar, y después... sufrir,
ser un alma en el pasado,
y dos en el porvenir.

Con tu adiós dejaste mudo
al corazón que allí pudo
oírlo, sufriendo ya;
era el último saludo
del que nunca volverá.

¿Qué hice al oírte? Confieso
que tan amargo dolor
aún queda en el alma impreso.
¡Qué triste es juntar a un beso
un adiós desgarrador!

Me deslumbraba tu encanto;
al mirarnos, nuestro ser
era un astro, un fuego santo.
¡Qué triste es mirarse tanto,
para no volverse a ver!

Nada huye del pensamiento:
¡qué horrible fue aquel momento
que nos vino a separar!
Cada frase era un lamento,
cada suspiro un pesar.

Y ví cómo te alejabas,
y cómo, ingrata, dejabas
un alma donde hubo dos...
Si era verdad que me amabas,
¿por qué me dijiste adiós?