¿Y todo para qué? Para ahorrarme el susto del día por presenciar la entrada de un fulano armado al campus (a escasos 100 metros de nuestro salón de clases) siendo perseguido por la policía judicial que entraron con toda la pompa y circunstancia que la ocasión amerita: tirándose a balazos.
Yo no estuve para presenciar el momento (gracias a la serie de afortunadas circunstancias ya comentadas), me tocó arrivar cuando el camión ya no podía seguir andando por la larga fila de coches en espera de poder pasar el retén que se había armado en la entrada del campus. Mi primer pensamiento fue: "Dios, gracias por hacerme llegar tarde". Bajé casi corriendo, preocupada porque ya había recibido algunos mensajes de texto avisando que algo había ocurrido en la escuela y que mejor no me pasara por ahí (yo ya iba a medio camino por la carretera en el camión así que ni modo de bajarme y quedar en la nada). Gracias nuevamente a la vida que una de mis amigas estaba parada con su coche estacionado en la entrada del estacionamiento, alejado del lugar de los hechos, frente a las rejas cerradas porque nadie podía entrar o salir del campus. También algunos maestros se habían quedado fuera y permanecimos ahí de pie un buen rato hasta que permitieron entrar.
Viendo que todo aquel tramo de carretera iba quedar cerrado a la circulación un buen rato decidimos entrar a recoger a quienes cupieran en el coche y darles un aventón hasta la ciudad dado que no pasarían camiones ni taxis sabrá hasta cuando.
En fin, que por primera vez sentí aquella sensación que te pone un nudo en el estómago llamada "miedo". El miedo a que ahora si ya nos tocó (es la segunda vez que se suscita una situación así en la Universidad, la primera en el campus central y esta segunda en mi campus, faltan tres) y la impotencia por ver a nuestro querido y seguro estado irse a la mierda por culpa del crimen. El domingo también hubo una balacera en el centro de la ciudad, me inquieta pensar que justo el día anterior anduve caminando por ahí. Y hay rumores de que los festejos de independencia se van a cancelar.
En fin, quejarse no resuelve anda, aunque me encanta hacerlo, y mentarles la madre a la bola de inútiles causante de todo, menos aún (no la policía, que esos, al menos sirven de algo, sino al crimen).
Yo me limito a guardar esta experiencia en la caja y dejarla ahí (que buenos catalizadores son los blogs). Y dar gracias a la vida que me ha dado (y protegido) tanto...
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