Toda aquella calidez
Por siempre…
IX
Decían los ancianos de aquellas épocas: "Cuídate, hijo mío, en tus viajes, 'la bella dama sin piedad' ronda a los hombres, muchos llegan a sus brazos y pocos vuelven...". Pero aquellos jóvenes sedientos de aventuras no resistían al llamado de Lamia, la belle dame sans merci.
Las espinas de los arbustos se aferran a mi pantalón con fuerza desgarrando la tela y provocándome profundos cortes de donde mana la sangre que, yo sé, será el rastro perfecto para el cazador. Corro con toda la velocidad que mis piernas me permiten a pesar de saber que mi resistencia no soportará por demasiado tiempo la carrera. Los árboles se aparecen en mi camino obligándome a hacer uso de mi agilidad para esquivar las raices y no perder el equlibrio y caer quedando a merced de mi perseguidor. El ruido de las ramas al romperse me da la señal que necesito. La adrenalina se dispara por mi venas aumentando mi velocidad y haciéndome olvidar el dolor punzante que insiste en mi costado y el ardor que me provocan las heridas de mis piernas. Sigo corriendo.
Antes te conocía poco, era agradable estar cerca de tí. No era tu amiga, ni tu novia, ni tu amante, pero sentía que te quería mas por orgullo, necedad o cobardía no lo quería aceptar.
Por segunda vez en menos de una hora, me desperté en un lugar desconocido con la misma sensación que tendría alguien de ver un pingüino en el Polo Norte... creo que ya había pensado algo así antes. Me sentía mareada y algo floja.
Desperté con un rayo de Sol dándome directo en el rostro. Tan confundida y deshorientada como lo estaría alguien que hubiera visto un pingüino en el Polo Norte. Cuando fui consiente del aire que entraba en mis pulmones me desconcerté por completo, se sentía tan caliente y húmedo que casi podía saborearlo. Me llegaba el sónido de miles de insectos que reconocí como cigarras; el suelo debajo de mí ya no era la fina y suave arena de la costa occidente de mi país sino una capa uniforme de musgo tan suave y mullida como una alfombra de piel (no es que hubiera tocado muchas pieles en mi vida, estaba totalmente en contra de tal atrocidad, pero era la definición más exacta que podía darle).
- Ponte en guardía, muchacho.
"... Se detuvo cuando sus pasos la llevaron a la pared opuesta de la habitación, la observó al menos diez segundos con la mirada de quien está teniendo una seria y no muy agradable conversación consigo mismo: un tanto distante, como era común en ella, y algo enfurruñada. Y es que tenía una razón para estar de ese humor ¡Y qué razón! De no ser porque resultaba mortificante se habría detenido más a disfrutar de esa razón que la tenía despierta a esas horas inhumanas de la madrugada dando vueltas por la habitación de su apartamento en Dublín. ¡Pero es que era una ridiculez! Sin mencionar el bochorno de haberse quedado medio minuto contemplando através del cristal a aquel hombre ¿desde cuándo ella se quedaba mirando perdida en los ojos de cualquier hombre? Precisamente ella. ¡Ella que había rechazado a todos los hombres que una mujer puede rechazar en seis años! Desde su ciudad natal hasta la lustrosa capital, conocidos y desconocidos, de las calles y de la universidad; en total, como a su hermano le gustaba exagerar solo para molestarla, más de la mitad de los hombres del país y ni que decir de los extranjeros.
La tradición siempre nos ha dictado que una historia debe comenzar por esta famosa frase: Había una vez... y dado que no encuentro razón alguna para no seguir la tradición pues comenzaré con ello.
Miró a mi alrededor sin estar segura de que hacer, mañana ya empieza de nuevo la rutina. No tengo nada contra las rutinas, pero por ahora no tengo muchos deseos de volver a los estudios y a la realidad, para mí no es cruda la realidad simplemente me gustan las realidades un poco más cosidas sin llegar a estarlo del todo, pero tampoco me gusta cuando están muy quemadas. No importa cuantas realidades te inventes, en todas se viven rutinas, las rutinas son la base de la existencia, son ciclos. La misma vida es una rutina. Nacer, crecer, reproducirse, morir y así hasta el fin. Es un ciclo, es un camino. Tú decides qué hacer en el camino, es lo que diferencia cada rutina, lo que la hace especial, lo que hace única cada vida. Miras a tu alrededor y dices que todo es igual, que cada día es igual al otro. No es cierto. Tú haces tus días, tú eres el que hace la diferencia, solo tú decides como pintar tu rutina, si con el negro, blanco y gris donde todo es igual o los rojos, azules, naranjas, amarillos y demás que te ofrece el mundo.
Quiero que me lleves…

Ah, las reglas por recibir el premio:
And the "Arte y Pico" goes for:
Animus: Un punto de encuentro donde los escritores podemos explayarnos a nuestras anchas y dar a conocer nuestras creaciones y sentimientos, en especial a nuestro lider y amigo Sir Leonoric, una de las almas fundadoras cuya imaginación nos adentra en el mundo de las letras ^^ (http://secta-animus.blogspot.com/)
La Ramita de Colibrí Lilith: Una ramita donde un colibrí se para a contar sus andanzas por el mundo. Aún sin conocer mucho el blog o su autora le doy este premio porque me ha atrapado en cierta forma las ideas e historias que muestra en sus entradas, todas acompañadas de una bella imagen para describir su contenido. Muchas felicidades ^^ (http://colibrilillith1987.blogspot.com/)
La Cabalgata de la Valkyria: Aquí encontré desde noticias de artistas y grupos musicales hasta pequeños relatos y pensamientos. Porque me ha gustado mucho le otorgo este premio ^^ (http://rideofthevalkyrie.blogspot.com/)
Por el momento no conozco suficientes blogs, pero en cuanto me haga de más podré añadir a los faltantes de premio ^^
Muchas gracias de nuevo a Sir Leonoric y a los/las creadores/creadoras de este premio ^^

La puerta de madera chirrió levemente al recibir a un nuevo visitante, difícil reconocer sus facciones a causa de la sombra que cubría parte de su rostro, se acercó al hombre detrás de la barra con un caminar un tanto suave para tratarse de un joven pidiendo cortesmente una habitación para esa noche.
Cultivo una rosa blanca
Cuando te giraste ¿quién había detrás de tí?
[...] Cuando siento que voy a vomitar un conejito me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un conejito normal y perfecto, sólo que muy pequeño, pequeño como un conejito de chocolate pero blanco y enteramente un conejito. Me lo pongo en la palma de la mano, le alzo la pelusa con una caricia de los dedos, el conejito parece satisfecho de haber nacido y bulle y pega el hocico contra mi piel, moviéndolo con esa trituración silenciosa y cosquilleante del hocico de un conejo contra la piel de una mano. Busca de comer y entonces yo (hablo de cuando esto ocurría en mi casa de las afueras) lo saco conmigo al balcón y lo pongo en la gran maceta donde crece el trébol que a propósito he sembrado. El conejito alza del todo sus orejas, envuelve un trébol tierno con un veloz molinete del hocico, y yo sé que puedo dejarlo e irme, continuar por un tiempo una vida no distinta a la de tantos que compran sus conejos en las granjas. [...]
¿Para qué sirve una caja? Para guardar cosas que no necesitas, cosas que necesitarás, para llenarla de objetos y dejarla en un rincón... para esconder cosas, para guardar recuerdos... yo me acuerdo de lo que de niña solía hacer: meter en una cajita mis secretos, mis tesoros, por más basura que otro los considerara... pequeños recortes, notas, cartas, dibujos, todo aquello que los niños tomamos; los padres preguntan: "¿para qué quieres eso?", mientras tú contestas: "para nada" y vas a guardarlo.
Un saludo a todas las personas, en especial a tí, querido lector, que leen estas palabras de bienvenida por parte de su servidora. Antes que nada quisiera presentarme: